El sello IGP distingue aquellos alimentos que se caracterizan por unos rasgos que se atribuyen al origen. En el caso del plátano de Canarias, la mezcla del clima subtropical y los vientos alisios, combinando precipitaciones poco abundantes y unas temperaturas suaves, unido a la orografía volcánica accidentada y a la agricultura artesanal; consiguen hacer de este producto una fruta única.